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Tras haberle dedicado más de una docena de horas, el diseñador Clayton Beck había conseguido transformar la tela en un vestido que llegaba hasta el suelo. Ni siquiera él se esperaba ese resultado. A pesar de realizar el diseño centrándose en el estilo tradicional de los vestidos de antaño, la simple silueta de este tenía el estilo propio por el cual el diseñador es conocido en todo el mundo. Una vez hubo terminado el vestido, como por arte de magia, el teléfono sonó, era como si el vestido estuviera reclamando su propia sesión de fotos.